Han pasado algunos
días ya desde el fin de semana y no puedo dejar de pensar en la increíble
experiencia vivida en el Desafío Aysén
Invernal 2013. La verdad es que me gustaría que la carrera fuera nuevamente
este fin de semana y correrla una vez más. Y es que la sensación del contacto
con la naturaleza en una de las regiones más hermosas de nuestro es país,
probando tu cuerpo al límite, es inolvidable. Parece mentira que haya sucedido
tan rápido, aún recuerdo cuando mi hermano
me invitó a participar de esta locura, de esta linda locura y de cómo faltaban
tantos meses todavía (lo que era bueno en ese entonces, porque había mucho que
entrenar). Parecía mentira que después de todo ese tiempo me encontrara
corriendo junto a mi hermano y un
grupo de amigos en medio de un bosque lleno de nieve.
Como
ya les comenté la carrera consistía en recorrer largos tramos en bicicleta, trekking y kayak, pasando por los distintos puntos de control, realizando la
navegación respectiva. Esta era mi primera experiencia en una carrera de
aventura y si bien estaba entrenado y llevaba años corriendo, nada se compararía
con estar dos días seguidos compitiendo en condiciones extremas.
El
primer día de la carrera fue increíble, sobre todo ese tramo de trekking corrido en una reserva nacional,
un paisaje añorado, sublime, místico y puro, un bosque mágico, lleno de vida y
nieve, incrustado entre montañas nevadas, adornado con una que otra laguna
congelada. Y aunque me hubiera gustado detenerme un buen tiempo a contemplarlo,
había que correr y correr rápido, íbamos en grupo y había que hacer un buen
tiempo, acortar distancias y llegar a los puestos de control. No fue fácil, en
algún momento erramos la ruta y nos desviamos un poco, por lo que hubo que
rectificar sacando toda nuestra resistencia. Fuimos una tropa de guerreros a
paso firme, llenos de potencia y energía.
Luego,
en la parte final del día, había que volver a las bicicletas, con las piernas
ya un poco fundidas y viendo como poco a poco iba cayendo la noche. El tramo no
era corto y en algún momento nuestras fuerzas decayeron, llovía tenuemente,
corría viento y el frío se empezaba a sentir, pero había que seguir, continuar
hasta el fin. La bicicleta no estuvo exenta de problemas, fuimos más de uno los
que nos caímos por ahí y los problemas mecánicos se manifestaron cuando menos
se los esperaba, pero nada de eso podía impedir que lográramos el objetivo.
La
llegada al campamento base esa noche fue revitalizadora, los scouts voluntarios, nos estaban esperando con sopa,
tallarines, pan y jugo, justo lo que nuestros extenuados cuerpos necesitaban,
bueno, eso, una buena ducha y descanso, muuuucho descanso…
No hay comentarios:
Publicar un comentario