El sábado recién pasado corrí junto a
mi Hermano los 21k del “Endurance
Challenge de North Face 2013”. Para mí sería la segunda vez, ya que había hecho
los 21k de esa carrera el 2011 junto a mi amigo el Pirata. Para mi hermano sería su primera vez (lo que no le impidió
hacer una gran carrera). Debo mencionar que no se me venía fácil el día,
después de la carrera iba a tener que renovar fuerzas rápidamente, ya que con
la Camila teníamos el matrimonio de
una gran amiga.
La carrera
se realizó en la Hacienda Santa Martina, un club social para gente de escasos
recursos allá en un sector periférico y marginal de Santiago llamado La Dehesa.
La carrera partió maoma nomás, errores en la demarcación de la ruta hicieron
que por un momento todo el grueso de competidores se perdiera (incluso hoy me
llegó nuevamente un correo donde la organización del evento pide disculpas), teniendo
que esperar a que apareciera un lolo de
la organización en una pequeña moto para que nos indicara por donde seguir.
Luego
vendría esa siempre tan exigente y a la vez desagradable serie de subidas
interminables por los cerros de la precordillera capitalina. El paisaje es
siempre sobrecogedor, siempre me ha gustado la zona precordillerana de la zona
central, la que si bien es cierto ni se compara con los parajes del sur de
nuestro país, siempre logra impresionar de alguna forma al visitante.
Debo
confesar que esta no fue mi carrera ideal, siento que me costó un poco más que
otras, me sentí un poco más cansado, no estaba tan bien entrenado como en
otras, pero a pesar de eso fue una gran experiencia. Además, como puede uno
quejarse si cuando aún no habíamos llegado a la meta pasa como un avión por
nuestro lado el gringo que ganó en
los 80k, ¡ese tipo sí que tiene derecho a quejarse!
Finalmente
luego de haber soportado un calor sofocante y creer haber sufrido
deshidratación (que manera de tener sed y no aparecer nunca el punto de
hidratación), llegamos a la meta con la satisfacción de la tarea cumplida. La
carrera había estado dura, pero como siempre, habíamos cruzado la meta.
Bueno,
después vino el matrimonio, hubo que reventarse algunas ampollas, poner algunos
parches, alimentarse bien y tomar harta energética. Le había prometido a la Camila que íbamos a bailar toda la noche
y cumplí, como un deportista de alto rendimiento. (los whisky con energética ayudaron bastante jajaja).
Como
siempre, les dejo un videíto!
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